29 abr 2016

EL LIBRO DEL DIABLO





El libro del diablo


 

-¡Mamá! -gritó Juan a su madre desde su habitación.
-¿Qué quieres? -le respondió con voz cansada su madre.
-Me voy con Luis a investigar la zona -dijo ya preparado para salir esperando la despedida de su madre.
-Vale, pasas demasiado tiempo con él, pero bueno, haz lo que quieras -dijo la madre de Juan.
Así que Juan comenzó a bajar por las escaleras para encontrarse con su amigo, pero una voz le paró.
-Por favor, por favor -dijo un hombre desde dentro de su casa, susurrando.
-Hola, ¿hay alguien ahí? -contestó Juan.
-Ayuda, necesito ayuda. Hay alguien acosándome, o mejor dicho, algo -contestó nervioso.
Juan, si pensar más entró en la casa del señor, porque la puerta estaba abierta. Cuando entró en la habitación, vio que el hombre estaba lleno de sangre y dentro de una bolsa de plástico.
-Vas a morir, vas a morir -fue repitiendo el señor desde dentro de la bolsa.
-¿Cómo? -dijo Juan, sudando, con un nudo en la garganta. Sin pensarlo más, salió corriendo hacia la puerta. Lo último que escuchó del señor fue:
-¡No leas el libro del diablo, ni lo abras!
Juan, bajó corriendo por las escaleras.
-¡Luis, ayúdame! -le dijo Juan llorando y con el corazón latiendo a mil por hora.
-¿Qué pasa? -preguntó Luis riéndose un poco de su amigo.
-He visto a un señor dentro de una bolsa gigante de plástico, lleno de sangre y con voz tenebrosa -dijo desconsoladamente Juan.
-Tranquilo -dijo Luís-, ya pasó. Pero esto que me cuentas me suena de una historia que ocurrió en la biblioteca abandonada que hay a las afueras de la ciudad. Si quieres podemos ir allí a investigar y buscar en los libros a ver si vemos algo -intentó animarle Luis.
-¿Y en dónde está eso? -preguntó Juan, sabiendo que no podía ir muy lejos de su barrio.
-Ya sé que no puedes salir de tu barrio, pero esto parece importante -dijo Luis cada vez más ilusionado con la historia.
-No sé, mi madre me mataría si no me ve por el barrio y no quiero que eso pase justo hoy -contestó Juan con cara de inseguro.
-Vamos tío, no seas aburrido -dijo Luis con cara de tristeza.
-Vale, pero rápido porque a las ocho y media tengo que volver a cenar a mi casa -aceptó Juan un poco inseguro.
-Guay, pues vamos. No se entretuvo Luis.


2

Juan vio que cada paso que daban, se iban alejando más del barrio, que las farolas no daban luz, que las casas estaban abandonadas, hasta que llegaron a un lugar un poco mejor decorado.
-“El día del libro de 1960” -leyó Juan en un letrero que había junto a la biblioteca abandonada.
-Ya, se cuenta que aquí murió también una persona ahogada por una bolsa de plástico, como lo que viste en tu casa -dijo Luis a Juan para meterle miedo.
-El libro estrella de esta época fue ''El libro del diablo'' pero no sé de qué autor es -dijo Luis a Juan.
-¿El libro del diablo? -dijo preocupado Juan por lo que había visto no hace mucho tiempo.
-Sí, bueno ¿Entramos o que? -dijo Luis sin poder resistirse al ver la biblioteca abandonada llena de libros.
-No sé, a lo mejor no es buena idea.
-Vamos tío que hemos recorrido media ciudad y estamos agotados -dijo Luis.
-Vale, pero muy poco tiempo -dijo Luís a ver sí su amigo se callaba de una vez.
Así que sin pensarlo más entraron en esa biblioteca abandonada. Cuando entraron, empezaron a buscar algún libro interesante.
-Eh, tío, mira, es el libro estrella de ese año -dijo Luis.
Guau, no sé por qué ese señor no quería que lo leyera ni siquiera que lo abriera -dijo Juan.
Así que sin pensarlo más, abrieron el libro. Cuando lo abrieron lo único que había era un botón morado y unas frases muy raras.
-“Si quieres entrar en este libro maldito, di estas palabras mientras que pulsas el botón morado que hay en la parte superior del libro” -leyó Juan asustado.-“Ramos de flores perderás y en mil pedazos se romperá si dices esto mientras que pulsas el botón ya, directamente no habrá vuelta atrás” -siguió leyendo Luis.
-¿Lo hacemos? -preguntó Luis.
-Vale, parece divertido -contestó Juan.
Así que comenzaron a decir en voz alta la frase mientras que ambos apretaban el botón morado. Cuando acabaron vieron que una cosa negra salía del libro.
-¿Qué es eso? -preguntó Juan, muy asustado.
-Soy un diablo y vosotros habéis dicho las palabras malditas y habéis pulsado el botón. Así que seréis transportados al inframundo donde tendréis que pasar unas pruebas para conseguir sobrevivir y volver a vuestras casas -dijo el diablo.
Los dos niños empezaron a desaparecer mientras el diablo se reía con una voz malévola.
-¡Que nos está pasando! -gritó Juan, casi llorando.
-¡No lo sé! -contestó gritando su amigo, ya llorando.
Los dos habían cerrado los ojos pero en cuanto los abrieron, aparecieron en un mundo diferente. Había muchas plantas y a lo lejos una cascada enorme. También había una vista preciosa.
-¿En dónde estamos? -preguntó Juan.
-No tengo ni idea -contestó Luis.
-¡Te odio! No debería haber confiado en ti. Se enfadó Juan.
-Perdón, bueno también fue tu culpa, tú también querías hacerlo -dijo Luis, también enfadado.
-Bueno, al menos no hay lava ni nada parecido -se tranquilizó Juan.
Pero justo cuando Juan acabó la frase, una parte del suelo se abrió y empezó a salir lava a chorros.
-¡Corre Juan! -gritó Luis, y ambos empezaron a correr hacía el mismo lado.
Corrieron muchísimo hasta la cascada que había a lo lejos, ahí se pararon los dos y se sentaron en una roca muy grande.
-No me lo puedo creer, ¿cómo va a salir lava del suelo? -preguntó extrañado Juan.
-No lo sé, pero lo que sé es que hay que salir lo antes posible de aquí -contestó Luis.
Así que empezaron a caminar lentamente, porque cuando vieron la lava, gastaron todas sus energías, porque corrieron muy rápido. Pero cuando empezaron a caminar, escucharon a alguien llamándoles.
-¿Qué habéis hecho? -preguntó una voz muy extraña, casi en un susurro.
Juan fue el primero en darse la vuelta.
-¿Cómo me has encontrado? -preguntó Juan asustado, con un nudo en la garganta.


3

Hacía mucho calor. La lava se acercaba cada vez más a ellos. Sudaban, casi no podían respirar y empezaba a oler a petróleo.
-Yo vivo aquí, pero me escapo de vez en cuando para avisar a la gente que va a entrar en este libro, puedo predecir el futuro y vosotros vais a acabar mal-explicó el hombre.
-¡Es el hombre de la bolsa de plástico!-gritó Luis cuando se dio la vuelta.
-¡No os asustéis, os quiero ayudar!-gritó el hombre-,pero si queréis que os ayude, tendréis que sacarme de esta maldita bolsa de plástico-.
Así que los dos niños empezaron a romper la bolsa, donde estaba aterrorizado el hombre.
La lava empezaba a subir muy deprisa y empezaba a hacer más calor que antes.
-¡Creo que hay que irse de aquí, y muy deprisa!- Grito Juan.
-Muchas gracias-les agradeció el hombre a los dos niños por sacarle de dentro bolsa-,pero hay que salir de aquí lo antes posible.
Así que empezaron su camino hacia la salida de ese maldito mundo.
-Por cierto, no os he dicho mi nombre-se quiso presentar el hombre-me llamo Willian, Willian Monrrow, pero me podéis llamar Willian.
-Yo Juan-.
-Y yo Luis-.
Siguieron caminando hasta que ya no podían más, se pararon en una cueva de piedra, con dibujos y garabatos muy raros.
-¿Que significan todos estos dibujos?-preguntó Juan a Willian.
-No sé, siempre los veo, pero nunca he podido saber que significan.-contestó su nuevo amigo.
Entraron en la cueva para descansar un poco y pensar en una solución a ese gran problema, al de estar dentro del inframundo, el mundo de los muertos.
-¿Y ahora que hacemos para salir de aquí?-Preguntó Juan.
-Sé de una salida que está no muy lejos de aquí, pero…-dijo cada vez más aterrorizado Willian.
-¿Pero que?-se enfadó Juan.
-Pero, ¡Pero podríais perder vuestra propia vida!-gritó Willian, como si se hubiera quitado un peso de encima.
-¿Que?-gritaron los dos niños a la vez, asustados, aterrorizados por lo que les había dicho Willian.
-Yo no pienso ir a ese portal.
-Lo sé Juan, pero es nuestra única manera de volver a nuestras casas, volver al colegio, ver a nuestros padres-le quiso tranquilizar Luís.
-¡No puedo confiar en ti!-gritó Juan-.La última vez que lo quise hacer, acabe aquí.
-Lo sé, y lo siento, Juan, pero es nuestra única salida.
-Vale, pero como veamos que vamos a morir, te matare yo antes de que lo haga las máquina.
Caminaron lentamente hacia la salida, portal, máquina muy potente o lo que fuera esa cosa, pero eso si, muertos de miedo por si morían.

4

-Bueno, entrad, no os preocupéis por mi, la máquina es muy vieja y no soportara tres persona-explicó Willian, con los ojos llorosos y con una sonrisa encantadora.
¡Gracias por tú ayuda!-Gritaron los niños ya dentro del portal.
William fue hacia una palanca en donde ponía ''Salida hacia la tierra, peligró de muerte''.Cuando la bajó, Willian gritó.
-Suerte, y tenéis que cerrar los ojos, claro, sino queréis morir.
Los dos niños empezaron a desaparecer pero, algo falló y volvieron a aparecer en el inframundo.
-¡No escapareis!-les gritó una voz extraña.
Los dos niños, incluido Willian, miraron hacia arriba para ver quien les estaban llamando.
-¡Es el diablo!-gritaron los tres a a vez.
-¡No me iré de aquí hasta que no me deis un alma cualquiera!-les gritó el diablo.
Willian miro las caras de los dos niños, estaban llorando, pero Willian no se pudo resistirse, el era una buena persona.
-¡Te daré mi alma, si dejas que estos dos niños se marchen de aquí!-gritó Willian con voz decidida.
-¿Que?-gritaron los dos niños a la vez.
-Vale, ya te la cojo yo-dijo el diablo con una voz malévola.
El diablo empezó a absorber el alma. A William le pusieron los ojos en blanco mientras que gritaba de dolor. Los dos niños empezaron a desaparecer poco a poco hasta aparecer en la librería abandonada.
-¡Willian, no!-gritó Juan.
Los dos niños se fueron a su casa y les contaron lo que pasó a sus padres, aunque como podréis saber, no se lo creyeron ninguno.
Durmieron tristes, con los ojos llorosos por la muerte de su amigo William.
Ese día soñaron con el libro del diablo, eso os lo digo yo.

FIN
Mario Pérez Gallego 5ºB